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Mostrando entradas de noviembre, 2015

La ruta prohibida y otros enigmas...

Compré un libro de Javier Sierra por la prosaica razón de que el autor había nacido en Teruel. Creo recordar que era para regalárselo a mi hermano ¿Qué libro mejor que la obra de un paisano? No me acuerdo de qué novela se trataba; pero quizá fue “La cena secreta”, el best seller mundial que le ha debido apañar la vida a Sierra. Es que eso de andar rebuscando misterios entre piedras viejas no debe dar para muchas alegrías si no lo transformas en una novela chisposa que se venda bien. Y ya lleva varias de esas. Supongo que acabaré comprando y leyendo alguna. El sábado me compré, en formato de bolsillo, este ensayo que reúne notas breves sobre algunos de los temas que luego ha novelado. Y también otros. Y me lo he acabado en tres días; y es que se hace fácil de leer y siempre logra atrapar la atención del lector (aunque este sonría de forma condescendiente). Se pueden imaginar algunos de los temas: que los viajes de Colón no fueron los primeros, que hubo civilizaciones antes de la

La adopción

La clase se alargó más de lo que yo preveía y llegué apurado al cine. Así que entramos  a ver esta producción española, la única que no había empezado. La peli trata de una pareja que va a Lituania en busca de un niño en adopción. Y obviamente, pasan muchos padecimientos y muchas emociones. El asunto no es tan fácil como les habían dicho y en Lituania, además de nieve, hay corrupción. Y ahí se queda la cosa. Aunque la peli no cae en sentimentalismos fáciles y está bien dirigida y bien actuada, es un poco redundante. Todo se adivina desde el principio. Parece reflejar tan bien la realidad como un documental. Y por tanto, es tan o tan poco interesante como un documental. Salimos del cine tristes. De camino a casa, hablamos de otros niños y de otras madres.

Iba en serio

El “Antonio Ferrandis” de Paterna, teatro municipal, estaba lleno a rebosar. Mayoritariamente, señoras de las que ven Telecinco; pero también chicos guapos de pantalones ceñidos. Yo, que soy un tipo feo, también iba con los pantalones ceñidos. Casualidades de la vida.  Al parecer, ha sido así durante toda la gira. Teatros públicos y llenazos. La crítica ha sido menos  benévola. Y es que la obra no da para más. El Jorge Javier es un tipo listo y tiene su vanidad, como todo el mundo. Y ha debido invertir mucho dinero y mucho tiempo para representarse a sí mismo, para cantar y bailar su propia biografía. Y creo que el asunto ha quedado medianamente digno, aunque no tenga demasiado interés (salvo para las señoras esas que ven Telecinco). El presentador se ha rodeado de un excelente equipo (Juan Carlos Rubio en el guión y la dirección, Kiti Mánver de parteneur y tres tíos buenorros que cantan y bailan a su alrededor). Hay algunos toques de humor y de ternura y la cosa se nos olvidará pr

Truman

Todos vamos a morirnos. En esa certidumbre se basa la vida. Y todo lo pensado e inventado por el hombre: los dioses, el arte, la filosofía…  no deja de ser una preparación para ese fin tremendo y sublime. Cada uno de nosotros tiene una fecha escrita en algún calendario  cubierto de polvo, bajo un montón de papeles y de libros viejos.  A algunos, la medicina les informa con cierta precisión de esa fecha. No sé si considerarlos afortunados. Supongo que depende de lo que hayan hecho en la vida, de lo que hayan aprendido. En “Truman”, un actor bohemio, manirroto y gorrón (Darín), decide no tratarse del cáncer que le aqueja. Y su amigo formalote y cumplidor (Cámara) vuelve a Madrid, desde la emigración, para intentar convencerle de que lo siga intentando. Este planteamiento, que podría degenerar en un dramón infumable, acaba siendo una comedia suave y tierna, con el humor y la lágrima justa. Y es mérito de Cesc Gay, del que solo había  visto “Una pistola en cada mano”, que ya reseñé

Más teatro.

Seguimos con el Olympia, porque hemos ido más veces al teatro en este otoño caluroso y largo. Y el público con el que compartimos sala suelen ser jubilados activos, de los que tienen tiempo y dinero para acudir a la limitada oferta teatral de la tercera ciudad de España. Bueno, quizás la segunda. Vimos y disfrutamos “Buena gente”, una obra escrita en 2011 por el Pulitzer David Lindsay-Abaire y que ha sido adaptada y dirigida por David Serrano, para mayor gloria de Verónica Forqué. La obra juega con el contacto entre las clases bajas y las clases altas. Es decir, entre los que han ido tomado decisiones malas y los que han ido tomando decisiones buenas a lo largo de la vida, según diría un darwinista social. O bien, entre los que han tenido mala suerte y los que han tenido buena suerte, según diría un sabio. La Forqué es de los de abajo, porque es buena gente y siempre se ha ido equivocando, de tan buena, de tan simple. Y se encuentra con un antiguo noviete de barrio, de los que h

Botifarra en el Olympia de Valencia.

Merche volvió a acertar cuando propuso ir al Olympia a escuchar a Pep Gimeno “Botifarra”. Nos habían hablado de él algunos amigos valenciano parlantes; pero no lo habíamos escuchado nunca. Cuando empecé a bucear en Youtube , para preparar el concierto, comprendí algo del por qué del éxito del cantaor de Xàtiva. “Botifarra” ha dedicado su vida a recopilar la música tradicional valenciana. La de su comarca y las de alrededor, lo que llaman “Cant d’arrel valencià ”; pero también las viejas ocurrencias en los pueblos, las palabras de los abuelos “els güelos”, los trabalenguas. Es músico popular, paremiólogo y contador de historias y “succeïts”. Como han dicho de él, se ha convertido en una fonoteca con piernas del valencià central. Asumió la tarea colosal e imposible de salvar una parte importante de la lengua del olvido a la que lo condenaba la diglosia y la falta de transmisión generacional. Pero además, la fonoteca tiene una voz que llena las calles y los teatros. Y parece ser lo que